domingo, 7 de julio de 2013

Miradas y perspectivas sobre la construcción de una alternativa popular en Argentina

Miradas y perspectivas sobre la construcción
de una alternativa popular en Argentina
Carta pública a Marea Popular a propósito de su intervención electoral

Compañer@s de Marea Popular:
Les escribimos estas líneas partiendo de reconocernos en el compromiso compartido por renovar la orientación y los métodos de la izquierda en nuestro país, tal como se viene expresando en las articulaciones compartidas en el territorio universitario.
La iniciativa de algunas organizaciones de la Nueva Izquierda de intervenir electoralmente ha sido impulsora de un debate sin dudas saludable en el seno de esta tendencia. Un debate que ha sido una constante en la historia de las izquierdas, cuyo interrogante se nos plantea aquí y ahora a lxs militantes de nuestra generación. Tan importante como las respuestas que practicamos en términos de intervención política es la reconstrucción de la pregunta, en el marco de los desafíos que se nos presentan en la actualidad. Consideramos que debemos preguntarnos en razón de este debate cómo la participación electoral puede o no  potenciar la construcción de una alternativa de poder de y para lxs de abajo. A los fines de la construcción de una Nueva Izquierda en nuestro país es un hecho alentador la creciente preocupación en torno a abordar la lucha política por parte de las nuevas expresiones organizativas.
Partiendo de la afirmación de la táctica electoral como una táctica posible, los debates que abrimos aquí se tratan de los modos y condiciones en que esta incursión en el terreno electoral se está dando y lo que ello implica en términos de la construcción de una herramienta electoral como expresión de la Nueva Izquierda. Nos referiremos en particular, y en este sentido, al perfil político de la campaña y al marco de alianzas desplegado en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. Pretendemos que estas líneas se erijan como un canal para la discusión sincera y fraterna, fundamental en tren de los enormes desafíos que tenemos por delante.


Pensar una táctica para dar cuerpo a nuestra estrategia
Como hemos apuntado, nuestro punto de partida es la consideración de la táctica electoral como posible dentro del arco de intervenciones a realizar en diversos contextos, preguntándonos de qué modos la incursión en la institucionalidad estatal puede alimentar nuestro camino estratégico. Nuestro espacio político, la denominada “Izquierda Independiente” o “Nueva Izquierda”, si bien heterogéneo, se ha caracterizado por compartir un interesante conjunto de coordenadas políticas y metodológicas. La construcción de poder popular, como condición necesaria para dar la batalla política y cultural contra la hegemonía capitalista, es sin dudas uno de los ejes fundamentales de quienes, desde los 90,  empezamos a reagruparnos y encontrarnos en las luchas. Esa tarea se materializa hoy en la vocación por construir espacios de base, antiburocráticos, donde nuestro pueblo se organice en pos de retomar las mejores tradiciones de lucha que se vieron truncas años atrás con el golpe cívico-militar de 1976. Y es condición necesaria, para que esas construcciones sean realmente una herramienta emancipatoria, una fuerte vocación de interpelar a las masas, alejándonos de prácticas sectarias, burocráticas y mezquinas, que, sobre un análisis desacertado del estado de conciencia de los sectores populares, terminen aislando y cercenando los posibles saldos organizativos.
Entonces, mirando la táctica electoral, podemos resaltar al menos dos aspectos que pueden ser potenciales para el desarrollo de la lucha social y política. Por un lado, la tarea de propaganda, agitación y denuncia vinculadas a la difusión de un programa determinado. La presentación electoral puede sumar elementos para la formación de una referencia que agrupe o dé mayor visibilidad a una alternativa de izquierda, que busque instalar que otro tipo de democracia es posible.
Por otro lado, podemos pensar en la interrelación que se establece entre los procesos de lucha y organización popular y la institucionalidad vigente. Las reformas vinculadas al sistema jurídico- legal del aparato del Estado son importantes en tanto además de implicar mejoras concretas en las condiciones inmediatas de vida de lxs laburantes, también dan condiciones de posibilidad para alimentar los procesos de organización de lxs de abajo, en tanto implican victorias concretas que sientan pisos de organización y conciencia. Nuevamente debemos advertir que este saldo organizativo de los procesos de lucha, sobre todo en momentos de reflujo y recomposición más general, no resulta espontáneo y debe ser alimentado por las organizaciones del campo popular, trazando tácticas a fin situar las reformas puntuales conquistadas en un proyecto de cambio social.
Entonces, si tomamos estos dos objetivos políticos, podemos notar que para su despliegue se tornan sumamente importantes dos cuestiones. En primer lugar, aparece el problema del programa y la construcción del perfil político, sobre el cual se elaborará una referencia pública de carácter masivo. En segundo lugar, si consideramos que el contenido de la experiencia electoral tiene un correlato directo con las luchas que desarrollamos cotidianamente, se torna nodal la reflexión acerca del marco de alianzas que se cristalice en el frente electoral. Asimismo, considerando el momento de recomposición del campo popular y de reagrupamiento de la Nueva Izquierda, la conformación de una herramienta electoral que le dé visibilidad a esta tendencia de cara al masivo de la sociedad se vuelve un aspecto nada desdeñable al momento de pensar los trazos estratégicos de esta táctica.
Estas tareas políticas no se realizan únicamente bajo la participación electoral. Por eso, debemos poner de relieve un riesgo que, de hecho, ha sido recurrente en organizaciones populares, consistente en convertir la táctica en estrategia y transformar lo que debería ser una herramienta coyuntural en la principal matriz de intervención política. Hoy notamos que en ciertos aspectos del perfil político y del marco de alianzas existen elementos que nos interrogan sobre ciertas intervenciones tácticas que se perfilan en camino de suplantar la perspectiva estratégica, corriéndose así de las coordenadas compartidas por el espacio de la Nueva Izquierda.
La necesidad de un perfil político realmente propio
¿De qué manera construir un perfil político? ¿A quiénes buscamos interpelar? Los armados electorales a los cuales se enfrenta la izquierda en los comicios son de diverso tenor: sectores de la derecha reaccionaria; el kirchnerismo y sus expresiones más progresivas o más corridas hacia la derecha; variantes progresistas de raigambre patronal. Tenemos claro que ninguna de ellas representa una opción para nuestro pueblo. Posiblemente en la configuración de una campaña política sea un problema a resolver a qué tipo de perfil apuntamos, a qué sectores queremos dirigirnos, y quiénes conformarán un posible electorado. No obstante, señalamos una cuestión anterior, vinculada a qué opción delimitamos y hacemos visible de cara a la sociedad, y en este sentido, qué nos diferencia de las opciones electorales que no responden a las necesidades populares sino a proyectos hegemonizados por las clases dominantes. Dicha diferencia no se vincula a una táctica puntual, o a una característica menor de nuestro proyecto, sino a su horizonte. La posibilidad de dar visibilidad a una alternativa popular desde la Nueva Izquierda constituye un desafío nuevo y de envergadura estratégica. No debemos confundir la construcción de una cara masiva y visible de nuestro proyecto con el despliegue de una campaña político- electoral y la avidez por capturar electorado. Ambas cosas constituyen tareas políticas diferentes. Por la envergadura de la primera, en este incipiente camino, ésta no puede quedar subordinada a la segunda.
La Nueva Izquierda se ha caracterizado por no incurrir en simplificaciones al momento de pensar la elaboración táctica frente al proceso político en curso, evitando tanto el sectarismo como las alianzas con sectores de derecha, desviaciones en las cuales han recaído diversas expresiones de nuestra izquierda local. Las apariciones públicas que se han desarrollado como Marea Popular presentan para nosotrxs dos puntos a debatir. En primer lugar, notamos que en diferentes expresiones mediáticas, de acuerdo al público de los medios de comunicación particulares así como a su línea ideológica, el perfil del frente era variable. Obviamente la interpelación masiva conlleva atender a quién nos escucha y a quiénes queremos interpelar. No obstante, notamos con preocupación la dificultad para delimitar los contornos de la propuesta expresada por Marea Popular, y la incursión deliberada en la ambigüedad política. Y esto se torna problemático cuando nuestro objetivo es visibilizar una alternativa política de lxs de abajo. 
Compartimos, sin dudas, el rechazo al sectarismo, pero la indefinición respecto del núcleo del proyecto político que queremos expresar es igualmente perniciosa. Hoy por hoy la orientación política de Marea en estas elecciones, no sólo no queda clara para el activismo, sino tampoco para los medios de comunicación y, mucho menos, para las amplias capas de los sectores populares. Como dijimos anteriormente, una de las principales tareas  de la penetración institucional y la presentación en elecciones, tiene que ver con la construcción de una referencia pública, de hacer visibles nuestras construcciones y de tener un espacio para la creación de agenda. Para ello debe estar claro desde qué lugar nos paramos. La creación de un discurso dialógico y cercano a las masas, no es per se contradictoria con la idea de claridad política. Su ausencia instala el riesgo de la adaptación y el oportunismo.
Ilustraremos esto con el ejemplo de cómo es considerado el fenómeno político kirchnerista bajo la campaña mediática. Mientras que en ciertas oportunidades (sobre toda en la prensa propia universitaria) se sitúan las limitaciones estructurales del modelo económico y político kirchnerista, en la mayor parte de las apariciones públicas se destaca la progresividad del kirchnerismo, la cual pareciera sólo estar viciada por su apoyatura en la corroída estructura del PJ (lo cual, resulta contradictorio con la idea de las ‘limitaciones estructurales’). Este cambio discursivo no es accesorio, sino que hace al desdibujamiento de una delimitación estratégica con el kichnerismo, expresado en la idea de “superar y profundizar” el modelo, tal como se expresó en varias entrevistas. El problema se renueva con la reciente alianza con sectores de la centroizquierda y las afirmaciones de encolumnamiento de Marea bajo esta tendencia política. En lugar de estar la campaña en función de visibilizar un determinado perfil político, estamos ante la inversión de que el perfil se adecúa a las necesidades de “hacer campaña”. Entonces, esta cuestión táctica asume un cuerpo tan denso que comienza a cobrar peso estratégico.
Cuando pensamos en la fórmula electoral de un espacio de la Nueva Izquierda sostenemos la necesidad de que el mismo exprese todo “lo nuevo” que significamos en comparación a las alternativas patronales (pues buscamos una nueva sociedad) y en relación con la izquierda tradicional (en tanto buscamos construirla desde ahora, sin sectarismos ni aislamiento, configurando el poder propio de nuestro pueblo). La forma que viene asumiendo la campaña política que han comenzado a caminar viene, por el momento, arrastrando viejas formas del hacer político.
De alianzas y espacios de acumulación del movimiento
Un respetado compañero en el campo de nuestro espacio político, Miguel Mazzeo, afirmó en un texto reciente: “Las alianzas -electorales- con sectores de otros espacios políticos (espacios intrasistémicos, principalmente de centroizquierda o de izquierda institucionalizada, espacios que no se proponen una lucha contra-hegemónica), aunque le garanticen mayor presencia pública y mayor visibilidad social, probablemente terminen desdibujando los perfiles más radicales de la izquierda independiente”.
La incorporación de Marea Popular a un frente electoral de centro-izquierda encabezado por un sector que es parte a nivel nacional del FAP - la Unidad Popular de DeGennaro y Lozano – dan pertinencia a estas consideraciones. Priorizar un marco de alianzas vinculado a los partidos tradicionales, por sobre los grupos emergentes de la “Nueva Izquierda”, coloca a Marea Popular en el terreno ambiguo entre dos orientaciones divergentes: apostar, junto a un conjunto de jóvenes experiencias organizativas, a la constitución de una nueva izquierda anticapitalista, con amplitud y sin sectarismos, o bien abonar a una nueva resurrección del “progresismo” (reformista) en nuestro país.
Vale remarcar que en el medio de ambas opciones, se encuentra, claro, la acción táctica, que es procesual y de ninguna manera lineal. No obstante, si bien estas dos orientaciones no resultan esquemáticas, es preciso que las consideremos en el contexto actual de nuestro país y de nuestra tendencia en particular.
El grupo de Lozano y De Gennaro no deja lugar a mayores expectativas políticas. Son los mismos que acompañaron al campo en el conflicto de 2008, votaron contra la 125 y tienen una alianza de vieja data con Buzzi de la Federación Agraria, del mismo modo que su alianza de “unidad antikirchnerista” los llevó a votar en numerosas oportunidades de los años subsiguientes proyectos presentados por partidos de derecha. No se trata, de nuestra parte, de rechazar por principio las alianzas con sectores reformistas, nacionalistas o de centro-izquierda. La lucha política requiere en ciertas ocasiones de acuerdos amplios y del diálogo con amplias franjas provenientes del nacionalismo popular o la socialdemocracia. Sólo un sectario completo puede desconocer esta necesidad en algún momento de la larga construcción de una alternativa política de masas. Pero su acuerdo electoral no es expresión de una política hegemónica amplia, sino de un cálculo de corto alcance: superar las PASO y colocar a alguien propio en una lista con cierta performance electoral, al costo de embellecer por izquierda y darle “aires nuevos y jóvenes” a una propuesta política comprometida con un espacio que hace oposición por derecha al gobierno nacional. Como presentación de una experiencia nueva en la escena nacional, aparecer detrás de quienes están curtidos y marcados de arrugas en sus compromisos con la forma de hacer política de los partidos tradicionales, no parece alentador ni innovador.
Como dijimos hace un año cuando MAREA impulsó el debate sobre la cuestión electoral: “La larga trayectoria de la militancia socialista está repleta de organizaciones, núcleos y corrientes políticas que no pudieron pasar la prueba de salir de la marginalidad y tener una presencia real en la vida de las masas. Debemos actuar con audacia e inteligencia para poder tener éxito allí donde fracasaron el grueso de los agrupamientos de la izquierda revolucionaria. Pero nuestra historia también conoce sobradamente de organizaciones que, con la intención de superar la marginación, terminaron adaptándose a expresiones políticas reformistas o nacionalistas, quedando reducidas a los estrechos márgenes del posibilismo. Debemos manejar virtuosamente esta tensión entre sectarismo y adaptación donde se juega, en buena medida, la suerte y la perspectiva histórica de esta nueva izquierda que está emergiendo en nuestro país”. Este sigue siendo el desafío de nuestras jóvenes construcciones.
Recientemente, en la editorial del número 4 de la revista MAREA, Martín Ogando señala varias de las cuestiones que aquí estamos buscando problematizar. Hace un fuerte énfasis en construir un movimiento político y social amplio, en el que confluyan no sólo “la izquierda independiente”, sino también a sectores del “progresismo no kirchnerista”, “parte de la militancia popular que ha participado de la experiencia kirchnerista”, y de la “izquierda tradicional que logren superar su dogmatismo y sectarismo serial”. Además propone que ese proceso “se debería pensar como la síntesis de un proceso de lucha, construcción, debate y elaboración de cientos de organizaciones que, a lo largo de estos años, hemos transitado diversas experiencias pero compartimos un compromiso con nuestro pueblo y un horizonte de liberación.” y que “Es necesario juntarse con otros, articular esfuerzos con los que piensan distinto, con los que tienen otras identidades, pero con los que es posible asumir un piso de acuerdos programáticos y un método de trabajo democrático.
No deja de sorprendernos la postulación de un reagrupamiento general mientras que se evidencia la falta de preocupación por la estructuración de la tendencia política de la Nueva Izquierda, de la que nos sentimos parte junto con ustedes, en pos de un proceso creciente de lucha y organización de nuestro pueblo. Desde hace varios años distintos sectores de la izquierda no tradicional hemos venido ensayando espacios de confluencia a partir de hechos coyunturales conflictivos (como sucedió a partir del conflicto por la resolución 125 con la conformación de Otro Camino para Superar la Crisis) o bien de ciertos acontecimientos significativos para el campo popular (como el Espacio 20 de Diciembre en conmemoración a esa fecha, la coordinadora en defensa del espacio público, entre otras experiencias). En este sentido, como COB La Brecha hemos promovido la superación de la coordinación eventual o fenoménica, para comenzar a construir otro tipo de confluencia más orgánica, capaz de sedimentar en el largo plazo procesos de síntesis y de re-estructuración política de la Nueva Izquierda. Nuestra propuesta es la de la conformación de un espacio político de la Nueva izquierda, donde canalizar debates políticos, estratégicos, y propuestas de intervención concreta ante la coyuntura, como pude verse en varios números de nuestra prensa (Abre Brecha) y en nuestras distintas iniciativas (Campaña Nacional Contra las Violencias hacia las Mujeres, Campaña contra la Precarización, Caravana en apoyo a ADOSAC, las distintas iniciativas en contra de la Megaminería, entre otras). Recientemente, la pérdida de dinamismo de la COMPA y el debate electoral han configurado un terreno fértil para la pregunta en el campo de la Nueva Izquierda acerca de cómo construir una alternativa política de los de abajo desde la Nueva Izquierda, cuestión que muchos grupos hemos comenzado a responder tentativamente con una certeza. Dicha alternativa debe construirse ensayando grados de unidad cada vez mayores, en función de la práctica común, así como de la solidez política, en un proceso sin dudas sinuoso y gradual, pero que debemos construir desde aquí y ahora.
En este sentido nos resulta realmente llamativo cómo encuentran conexión entre un frente electoral con “sectores progresistas no kirchneristas” como Buenos Aires Para Todos, con un proceso real de confluencia de las distintas experiencias que mencionan, y en particular las de las organizaciones que hemos surgido al calor de las luchas de resistencia en los '90 y que nos hemos comenzado a reagrupar post 2001. Mientras el frente electoral actual tiene como principal característica en su composición la alianza con una expresión de centro- izquierda reformista, lamentamos el relativo aislamiento organizativo de lxs compañerxs de Marea respecto de las organizaciones de Nueva Izquierda que, sin rechazar el desafío de la construcción masiva, hemos decidido comenzar a andar una coordinación renovada, apostando a procesos de confluencia mayor, con métodos de trabajo realmente democráticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario